"Últimamente tengo la impresión de que, cada vez que visito Madrid, la gente me mira de forma rara. También me ocurre en otros lugares de España, pero sobre todo me ocurre en Madrid."
"La impresión es común y, como digo, rara: en la mirada de la gente hay a menudo compasión; a veces, unos deseos apenas reprimidos de dar el pésame; otras veces, lágrimas contenidas de piedad."
" ... por una parte lamento y por otra me alegra tener que decirles que no soy ninguna víctima, porque en Cataluña nadie me persigue; ni a mí ni a nadie que yo conozca, salvo, naturalmente, a algún paranoico."
Son palabras de Javier Cercas, digno representante de la narrativa castellana más actual y escasamente sospechoso de ser cómplice de la red nacionalista-talibán catalana . Hoy domingo publicaba un brillante artículo en el dominical de El Pais, del que he extraído las frases anteriores. Me parece de una lucidez y sensatez extraordinarias. Vivimos un momento de gran fragilidad intelectual, en el que desde minaretes mediáticos, monologuistas como FJL (don Federico) o escritores como César Vidal lanzan mensajes apocalípticos alejados de la realidad catalana. Incluso quienes viven a diario esa realidad, como Ciutadans de Catalunya (Boadella, F. de Carreras, Espada y compañía), parecen contagiados por el ruido de los primeros. Éstos últimos, que no utilizan el insulto, sino la argumentación (como tiene que ser), sufren lo mismo que Woody Allen en "Desmontando a Harry", o sea, el Desenfoque, y tienen una percepción de la realidad absolutamente "ombliguista", confundiendo sus obsesiones con las de la mayoría. Repito, no los meto en el mismo saco que a los primeros, aunque cada día que pasa acercan más sus visiones catastrofistas y de persecución por parte del "adversario" (una actitud que de hecho lleva el tufillo del victimismo nacionalista que tanto critican ... ¿no serán lo mismo?). En este entramado tan surrealista, en el que los que insultan se quejan de falta de libertad de expresión, es de agradecer que uno de los que podríamos denominar "intelectuales", Javier Cercas, ponga la nota de sensatez y reflexione sobre lo que hace años que la mayoría de "no intelectuales" ya sabemos: que Cataluña es un país ni mucho mejor ni mucho peor que la mayoría de países occidentales, donde pasan cosas ni mucho mejores ni mucho peores que las que podrían suceder en Flandes, en Irlanda o en Portugal.
Artículo de Javier Cercas en El Pais, domingo 18 de diciembre
Entrevista a Javier Cercas en El Cultural de El Mundo, en marzo de 2005
Sunday, December 18, 2005
Thursday, December 08, 2005
Los europeos sufrimos un desconcertante vacío de liderazgo
El liderazgo y su ausencia
Si hay algo que hemos podido comprobar durante nuestra historia moderna, es la relevancia de los liderazgos para estimular y empujar el progreso de la sociedad. El o los líderes (en función del marco de referencia), deben hacer visible para el conjunto de la sociedad los retos de futuro, establecer una visión, y a partir de ese punto, facilitar el camino (la estrategia) para llegar a dónde nos proponemos llegar. Implementar es fundamental, porque sin la ejecución la visión pierde sentido y sólo es una iluminación. De la misma forma, la visión es fundamental, porque de otro modo la implementación sólo son cañonazos sin objetivos concretos.
Más aún, podemos constatar que la carencia de liderazgos acarrea graves consecuencias para el progreso de la sociedad. No sólo detiene el progreso, sino que destruye lo avanzado anteriormente. La sociedad, en su afán de organizarse para interpretar o afrontar el orden natural de las cosas, busca irremediablemente la intermediación de agentes con poder legítimo. Sin embargo, la historia moderna nos da ejemplos de liderazgos corrosivos, que surgen como consecuencia de vacíos de un liderazgo responsable y cívico. Por lo tanto, podemos interpretar que la ordenación de las cosas prioriza y antepone la intermediación, sea cuál sea, al civismo y el progreso. Pero lo que es fundamental es que la intermediación nefasta y corrosiva sólo surge en caso de vacío, en caso de dimisión de la razón encarnada por un liderazgo responsable.
Lo que nos enseñó el siglo XX
La Guerra Civil española es una consecuencia del vacío de liderazgo durante el segundo período de la Segunda República, desde 1934 hasta el golpe de estado fascista. No surge en aquella época ningún líder en España capaz de tender los puentes necesarios entre la burguesía liberal conservadora y las clases trabajadoras, hasta que la propia inercia de la sociedad condujo a ambas al choque de trenes. Los generales que planifican el golpe del 18 de julio (Mola, Queipo de Llano, Franco, Goded) encarnan la intermediación corrosiva de la que hablaba anteriormente. Pero su aparición sólo es posible por un vacío de liderazgo. En esa misma época, en Alemania, el ascenso del "nazionalsozialismus" sólo es posible por el vacío moral de la mayoría de la población en una prolongada etapa de depresión económica tras la Primera Guerra mundial. Y de ése vacío surge el líder incívico pero deseado a la vez, Hitler. Ya durante la Segunda Guerra mundial, es precisamente un gran líder, W. Churchill, quién inyecta las dosis de motivación necesarias a la población de Londres para hacer creíble su capacidad de lucha y resistencia contra la aviación alemana. Y ese es un punto de inflexión para la Guerra.
La orfandad actual y los desafíos
Hoy, en la Unión Europea, y de manera fundamental en Cataluña y en España, sufrimos un vacío importante de liderazgo. Vemos como a la sociedad le cuesta activar los mecanismos de renovación y regeneración en diversos ámbitos como la empresa, la política y la sociedad. El clima de crispación instalado en las relaciones Cataluña-España, así como las sucesivas crisis de legitimidad europea en los referéndums constitucionales, son dos de los mejores ejemplos de este vacío de liderazgo.
En ambos casos, la búsqueda del liderazgo es fundamental, ya que precisamente éste es más necesario cuando se avecinan situaciones de cambio. Y este escenario cambiante es el propio de Europa, que afronta retos como la inmigración, y por lo tanto el proceso de "pluralización" de su sociedad, y el cambio en la jerarquía global, con China y la India como nuevos actores de peso. Ambas situaciones tienen una profunda repercusión en Cataluña: el primer factor, visible no sólo en Barcelona sino que de forma muy acentuada en poblaciones medias que durante los años sesenta no vivieron las primeras oleadas de inmigración; y el segundo factor incide naturalmente en el proceso de reconversión industrial, ya que los nuevos actores son una amenaza (deslocalización) y tambien una oportunidad (internacionalización de nuestra industria y mayor innovación por la creciente presión competitiva).
Sin un liderazgo claro, ni Cataluña, ni España, ni Europa, podrán afrontar satisfactoriamente los retos señalados. Es más, con un vacío de liderazgo (político fundamentalmente pero tambien empresarial), como el actual, nuestras sociedades se recrearán en la mediocridad y facilitaremos el surgimiento de liderazgos indeseados, que mediante la demagogia (por ejemplo, no a la inmigración, o sí al boicot de productos catalanes o viceversa) provocarán cada día mayor crispación y retroceso en el desarrollo. Los puentes de diálogo son cada día más necesarios, el tener las ideas claras tambien, y el decir las cosas que "tocan", todavía más. Sin duda, estamos en un momento clave en el cual el propio progreso de la base empuja en mayor medida que la capacidad del sistema para generar nuevos líderes, preparados y con responsabilidad cívica.
Si hay algo que hemos podido comprobar durante nuestra historia moderna, es la relevancia de los liderazgos para estimular y empujar el progreso de la sociedad. El o los líderes (en función del marco de referencia), deben hacer visible para el conjunto de la sociedad los retos de futuro, establecer una visión, y a partir de ese punto, facilitar el camino (la estrategia) para llegar a dónde nos proponemos llegar. Implementar es fundamental, porque sin la ejecución la visión pierde sentido y sólo es una iluminación. De la misma forma, la visión es fundamental, porque de otro modo la implementación sólo son cañonazos sin objetivos concretos.
Más aún, podemos constatar que la carencia de liderazgos acarrea graves consecuencias para el progreso de la sociedad. No sólo detiene el progreso, sino que destruye lo avanzado anteriormente. La sociedad, en su afán de organizarse para interpretar o afrontar el orden natural de las cosas, busca irremediablemente la intermediación de agentes con poder legítimo. Sin embargo, la historia moderna nos da ejemplos de liderazgos corrosivos, que surgen como consecuencia de vacíos de un liderazgo responsable y cívico. Por lo tanto, podemos interpretar que la ordenación de las cosas prioriza y antepone la intermediación, sea cuál sea, al civismo y el progreso. Pero lo que es fundamental es que la intermediación nefasta y corrosiva sólo surge en caso de vacío, en caso de dimisión de la razón encarnada por un liderazgo responsable.
Lo que nos enseñó el siglo XX
La Guerra Civil española es una consecuencia del vacío de liderazgo durante el segundo período de la Segunda República, desde 1934 hasta el golpe de estado fascista. No surge en aquella época ningún líder en España capaz de tender los puentes necesarios entre la burguesía liberal conservadora y las clases trabajadoras, hasta que la propia inercia de la sociedad condujo a ambas al choque de trenes. Los generales que planifican el golpe del 18 de julio (Mola, Queipo de Llano, Franco, Goded) encarnan la intermediación corrosiva de la que hablaba anteriormente. Pero su aparición sólo es posible por un vacío de liderazgo. En esa misma época, en Alemania, el ascenso del "nazionalsozialismus" sólo es posible por el vacío moral de la mayoría de la población en una prolongada etapa de depresión económica tras la Primera Guerra mundial. Y de ése vacío surge el líder incívico pero deseado a la vez, Hitler. Ya durante la Segunda Guerra mundial, es precisamente un gran líder, W. Churchill, quién inyecta las dosis de motivación necesarias a la población de Londres para hacer creíble su capacidad de lucha y resistencia contra la aviación alemana. Y ese es un punto de inflexión para la Guerra.
La orfandad actual y los desafíos
Hoy, en la Unión Europea, y de manera fundamental en Cataluña y en España, sufrimos un vacío importante de liderazgo. Vemos como a la sociedad le cuesta activar los mecanismos de renovación y regeneración en diversos ámbitos como la empresa, la política y la sociedad. El clima de crispación instalado en las relaciones Cataluña-España, así como las sucesivas crisis de legitimidad europea en los referéndums constitucionales, son dos de los mejores ejemplos de este vacío de liderazgo.
En ambos casos, la búsqueda del liderazgo es fundamental, ya que precisamente éste es más necesario cuando se avecinan situaciones de cambio. Y este escenario cambiante es el propio de Europa, que afronta retos como la inmigración, y por lo tanto el proceso de "pluralización" de su sociedad, y el cambio en la jerarquía global, con China y la India como nuevos actores de peso. Ambas situaciones tienen una profunda repercusión en Cataluña: el primer factor, visible no sólo en Barcelona sino que de forma muy acentuada en poblaciones medias que durante los años sesenta no vivieron las primeras oleadas de inmigración; y el segundo factor incide naturalmente en el proceso de reconversión industrial, ya que los nuevos actores son una amenaza (deslocalización) y tambien una oportunidad (internacionalización de nuestra industria y mayor innovación por la creciente presión competitiva).
Sin un liderazgo claro, ni Cataluña, ni España, ni Europa, podrán afrontar satisfactoriamente los retos señalados. Es más, con un vacío de liderazgo (político fundamentalmente pero tambien empresarial), como el actual, nuestras sociedades se recrearán en la mediocridad y facilitaremos el surgimiento de liderazgos indeseados, que mediante la demagogia (por ejemplo, no a la inmigración, o sí al boicot de productos catalanes o viceversa) provocarán cada día mayor crispación y retroceso en el desarrollo. Los puentes de diálogo son cada día más necesarios, el tener las ideas claras tambien, y el decir las cosas que "tocan", todavía más. Sin duda, estamos en un momento clave en el cual el propio progreso de la base empuja en mayor medida que la capacidad del sistema para generar nuevos líderes, preparados y con responsabilidad cívica.
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