
Hemos evolucionado del "Barcelona posa't guapa" al "Barcelona sigues cool", y de éste último al "Barcelona ni te atrevas a no ser fashion". Una confusión, un desenfoque sobre lo que realmente significa la evolución. Perder joyas gastronómicas como el "Celler Ciurana", víctima de la especulación inmobiliaria alentada por el consistorio local (es decir, el tinglado de Clos), tiene categoría de homicidio, que no suicidio, gastronómico. Suerte que en ocasiones, el sabor de los recuerdos, en este caso el de la "mestressa" Montserrat Rabascall, supera incluso el sabor de un pasado que fue presente. El adiós a sus "escudellas i carn d'olla", sus anchoas cantábricas o su "pollastre amb prunes" nos remite indudablemente a un estado de melancolía estomacal.
Por esta razón, cada vez que visito uno de esos raros residuos de la Barcelona gastronómica auténtica, siento la emoción de posiblemente estar disfrutando del último tramo de su larga vida, ya sea en entornos como el Poble Sec o la Barceloneta. Veo de lejos como el gran crucero de la especulación, con el alcalde de capitán, se acerca, atemoriza y acecha a ilustres inquilinos como los míticos "Quimet & Quimet" o la cervecería "El Vaso de Oro". Sólo nos queda plantar la barricada del buen sabor, ése de los montaditos insuperables preparados por Quimet y su hermana Joana, o el de las flautas de cerveza y almejas del Vaso de Oro.
La mejor garantía de mantener la autenticidad y al mismo tiempo seguir evolucionando, como suele suceder, es la fusión de identidades, la transición razonable. Y así lo demuestra Ferran Adrià, vanguardista por excelencia, que es un asiduo del bar Quimet.
Este post es un homenaje a estas figuras del buen sabor barcelonés, que mantienen viva nuestra capacidad para disfrutar de una ciudad de la cual cada día nos alejamos más y más, a pesar de no movernos de ella.
Por esta razón, cada vez que visito uno de esos raros residuos de la Barcelona gastronómica auténtica, siento la emoción de posiblemente estar disfrutando del último tramo de su larga vida, ya sea en entornos como el Poble Sec o la Barceloneta. Veo de lejos como el gran crucero de la especulación, con el alcalde de capitán, se acerca, atemoriza y acecha a ilustres inquilinos como los míticos "Quimet & Quimet" o la cervecería "El Vaso de Oro". Sólo nos queda plantar la barricada del buen sabor, ése de los montaditos insuperables preparados por Quimet y su hermana Joana, o el de las flautas de cerveza y almejas del Vaso de Oro.
La mejor garantía de mantener la autenticidad y al mismo tiempo seguir evolucionando, como suele suceder, es la fusión de identidades, la transición razonable. Y así lo demuestra Ferran Adrià, vanguardista por excelencia, que es un asiduo del bar Quimet.
Este post es un homenaje a estas figuras del buen sabor barcelonés, que mantienen viva nuestra capacidad para disfrutar de una ciudad de la cual cada día nos alejamos más y más, a pesar de no movernos de ella.
1 comment:
Qué grandes momentos pasados en el Ciurana!
Those were the days, my friend!
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